¿Por cual de estos surfers os cambiaríais en estos momentos?
Yo, aparte de ser un idiota que perdió el tiempo haciendo la primera foto, tengo clarísimo en lugar de quién preferiría estar..
Y lo de idiota lo digo porque esas condiciones duraron veinte minutos; enseguida subió la marea y me quedé con las ganas y sin olas. Es lo que tienen las fotos de surf, que congelan un instante y lo convierten en eterno cuando igual sólo dura dos minutos... y además puede que ni siquiera te dé tiempo a disfrutarlo.
Si alguien vota por cambiarse por el del wipe out, que me cuente los motivos, que me interesan. Eso sí, debe ser toda una experiencia, eso seguro...
MEDIOMETRISMO: SURF EN LA COSTA CENTRAL CATALANA
Un relato gráfico y comentado sobre olas pequeñas, swells escasos y gente que hace del medio metro una forma de vida. Algunos, hasta lo convierten en una forma de expresión personal.
Y es que en realidad, si de lo que se trata es de disfrutar de la vida y el mar... ¿para qué necesitamos más tamaño?
Y es que en realidad, si de lo que se trata es de disfrutar de la vida y el mar... ¿para qué necesitamos más tamaño?
sábado, 31 de mayo de 2008
jueves, 29 de mayo de 2008
PRIMAVERA
El primer día en que te quitas el traje de invierno es una gran sensación. Al menos para mí. Por eso cada año soy de los primeros en hacerlo y me encuentro rodeado de gente calentita en sus 4/3 mirándome con cara rara. ¿Pero no sabe vd. lo a gusto que se rema en manga corta?
Este año, ese día fue el lunes pasado. De la nada, apareció un swell de tarde pequeñillo, huérfano y despistado que nos dió unas horas de lo más entretenidas. Es la época ideal para estos baños. Por desgracia, dura muy pocas semanas: dentro de nada, con olas pequeñas, las playas estaran llenas de bañistas, domingueros, niños con palita, abuelas con colchón inflable y padres gordos con tanga y cadena de oro preguntando con mala leche si no tenemos más playa para hacer surf. ¿Oiga, y su hijo no tiene otros siete kilómetros para meterse que ha de hacerlo justo donde rompen las olas? Ah, que al niño le gusta jugar con las olitas... Pues mire, a mí también, qué quiere que le diga (anécdota verídica y repetida decenas de veces, con escasas variantes, en nuestros días de surf de verano). Por eso hay que aprovechar estos bañitos. Por eso, y porque con el exagerado boom actual de practicantes dentro de nada acotaran zonas de surf para el verano y, dado el gran conocimiento y sensibilidad hacia el surf que demuestran nuestras administraciones locales, seguro que las pondrán donde no rompe.
Estaba pensando en ir incorporando al blog algo así como una Galería de Surfers Anónimos locales. Mientras me decido (es que según lo que cuente de ellos no quiero que nadie me corra a quillazos por las playas) hoy utilizaré a uno que como es amigo espero que no se enfade, para presentar este primer día de surf primaveral. Aunque él es de los que no se quitó aún el 4/3. Josep Casas. Longboarder only. Ahí lo tienen, un tipo capaz de asegurar al salir de la sesión que hasta le dió para hacer un hang ten. Por supuesto, no nos lo creímos: en el surf mediterráneo, un surfer sólo cree lo que ven sus propios ojos. De creer lo que le cuentan otros, debería asumir que es un perpetuo desgraciado: porque cuando un surfer de aquí llega a una playa, inevitablemente se encuentra a alguien que le dice que justo hasta hace media hora el mar estaba mucho mejor... Pues con las maniobras lo mismo: “sólo creo lo que veo”, que cantaba Alaska en Fangoria.
(Josep pensando si la ola buena no sería la de atrás y convertido en obra de arte seversoniana por obra y gracia de no tener -yo- ni idea de Photoshop y querer ver qué se puede hacer)
Hay que tener en cuenta que las olas pequeñas, aquí (sobre todo en las playas al sur de Barcelona), no tienen apenas pared, suelen ser cortas y tendidas (hay quien prefiere llamarles babosas) aunque sean beach breaks. Eso dificulta mucho el acercamiento a la punta. Al no haber sección hueca detrás, el tablón tiene muchas dificultades de agarre y tiende a hundirse de la punta al recibir el peso del rider. Aunque seamos malos, a un hang five se puede llegar más o menos dignamente; los hang ten son otro cantar. Es por eso que el longboarder barcelonés ha inventado esa gran maniobra que es el “quasi-noseriding” o "quasi-hang five"...
Eh! Menos coña, que la foto más famosa de Miki Dora, la de Malibu del 62, no es otra cosa que un “quasi-hang five” mediometrista y todo el mundo babea.
Por cierto, Josep es también un firme defensor del mediometrismo, especialmente después de su última experiencia en un Ghetary grande... Por esta vez, no pondremos en duda que Josep consiguió ese hang-ten (o "quasi hang-ten", supongo), va, seamos bondadosos de corazón, que su Hobie anchote y cabezón da para eso y más. Y aunque la prueba gráfica que encabeza estas líneas no sea del todo concluyente, hace una bonita foto. Un ejemplo de libro de la ola primaveral de la Central Coast. Una ola en que la que mucha gente de otros lugares no se molestaría en entrar pero que aquí nos sirve para darnos cuenta de que el invierno ya se ha ido, llegan los trajes cortos... ¡y se acercan los surfaris de vacaciones! Ya era hora.
miércoles, 28 de mayo de 2008
AHÍ VAMOS
Lo se, lo sé... ¿quién necesita otro blog de surf? Nadie, lo tengo claro, pero espero al menos que la filosofía mediometrista que impulsará éste aporte algo diferente o entretenga a ratos a los seguidores de la blogosfera surfera.
La idea de crearlo surgió tras leer un debate sobre revistas de surf en otros blogs de surf, que derivó en la cuestión del tamaño. Para mi sorpresa, como si se hablara de miembros viriles masculinos, en esa discusión parecía haber una extraña unanimidad en que "cuanto más grande mejor". ¿Será que -igual que ningún surfer masculino quiere reconocer que la tiene pequeña- nadie quiere reconocer tampoco que le dan respeto las olas grandes? Pues mira, no. A mi por ejemplo me gustan pequeñas. (Y ahora hablamos de olas, que quede claro). Así que, aprovechando que además tengo que sacarle partido a la reflex digital, decidí dar durante un tiempo limitado mi visión particular del surf. O al menos del surf en el entorno del que soy local: la Central Coast catalana. Un poco por arriba y un poco por debajo de Barcelona. Un entorno perfecto, para nuestra desgracia, para apreciar las olas pequeñas. Sobre todo si entraran más a menudo.
Filosóficamente hablando, no tengo nada en contra del tamaño. De hecho, en mis diversas fases de conocimiento del surf, y siempre dentro de mis posibilidades, lo he buscado y disfrutado. Y sufrido. Pero con el paso de los años cada vez lo tengo más claro: como no soy ningún pro y lo que quiero del surf es que me alegre la vida, tres horas de glassy soleado tamaño hombro me la alegran bastante más que cinco comidas de tres o cuatro metros.
Así que ya no reniego de mi procedencia surfera mediterránea. Es más, la llevo con orgullo, que bastante hacemos. Y además, aunque sigo viajando, disfruto más y aprecio más a menudo las migajas que nuestro mar nos da. De lo contrario, sería un ingrato: son las que me han enseñado a surfear. A lo largo de este blog las iréis viendo: unas veces quitan el hambre, otras veces sólo las ganas de comer. Incluso a veces nos hacen pensar si realmente no tenemos nada mejor que hacer que estar metidos ahí dentro surfeando esa miseria. Una reflexión muy mediterránea esta última. Pero siempre decidimos que, en efecto, no tenemos nada mejor que hacer... Y volvemos a entrar cuando se vuelven a dar las mismas tristes condiciones. O nuestra vida fuera del surf es muy pobre o simplemente somos así. O es que realmente no hay nada mejor.
También veréis desfilar por el blog a la gente que puebla nuestras olas. En general, raros, raros, raros...
La idea de crearlo surgió tras leer un debate sobre revistas de surf en otros blogs de surf, que derivó en la cuestión del tamaño. Para mi sorpresa, como si se hablara de miembros viriles masculinos, en esa discusión parecía haber una extraña unanimidad en que "cuanto más grande mejor". ¿Será que -igual que ningún surfer masculino quiere reconocer que la tiene pequeña- nadie quiere reconocer tampoco que le dan respeto las olas grandes? Pues mira, no. A mi por ejemplo me gustan pequeñas. (Y ahora hablamos de olas, que quede claro). Así que, aprovechando que además tengo que sacarle partido a la reflex digital, decidí dar durante un tiempo limitado mi visión particular del surf. O al menos del surf en el entorno del que soy local: la Central Coast catalana. Un poco por arriba y un poco por debajo de Barcelona. Un entorno perfecto, para nuestra desgracia, para apreciar las olas pequeñas. Sobre todo si entraran más a menudo.
Filosóficamente hablando, no tengo nada en contra del tamaño. De hecho, en mis diversas fases de conocimiento del surf, y siempre dentro de mis posibilidades, lo he buscado y disfrutado. Y sufrido. Pero con el paso de los años cada vez lo tengo más claro: como no soy ningún pro y lo que quiero del surf es que me alegre la vida, tres horas de glassy soleado tamaño hombro me la alegran bastante más que cinco comidas de tres o cuatro metros.
Así que ya no reniego de mi procedencia surfera mediterránea. Es más, la llevo con orgullo, que bastante hacemos. Y además, aunque sigo viajando, disfruto más y aprecio más a menudo las migajas que nuestro mar nos da. De lo contrario, sería un ingrato: son las que me han enseñado a surfear. A lo largo de este blog las iréis viendo: unas veces quitan el hambre, otras veces sólo las ganas de comer. Incluso a veces nos hacen pensar si realmente no tenemos nada mejor que hacer que estar metidos ahí dentro surfeando esa miseria. Una reflexión muy mediterránea esta última. Pero siempre decidimos que, en efecto, no tenemos nada mejor que hacer... Y volvemos a entrar cuando se vuelven a dar las mismas tristes condiciones. O nuestra vida fuera del surf es muy pobre o simplemente somos así. O es que realmente no hay nada mejor.
También veréis desfilar por el blog a la gente que puebla nuestras olas. En general, raros, raros, raros...
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