MEDIOMETRISMO: SURF EN LA COSTA CENTRAL CATALANA

Un relato gráfico y comentado sobre olas pequeñas, swells escasos y gente que hace del medio metro una forma de vida. Algunos, hasta lo convierten en una forma de expresión personal.

Y es que en realidad, si de lo que se trata es de disfrutar de la vida y el mar... ¿para qué necesitamos más tamaño?

miércoles, 25 de junio de 2008

ESPECIES AUTÓCTONAS (II): LA JOVEN PROMESA

Vale, ya sé que diréis que jóvenes promesas las hay en cualquier lugar con olas. Pero lo que diferencia a las de aquí de las demás es que saben que no se van a comer jamás un torrao en esto del surf. Si no se van de su casa. Y claro, para irse de casa a según qué edades, con un proyecto vital relacionado con el surf y las expectativas de futuro que te pueda proporcionar, aparte de recursos hay que tener unas pelotas bien grandes. Tanto, que de tan grandes igual luego ni te dejan surfear por rozamiento con la tabla; hasta yendo de pie.

Pues eso, que pese a todo, por aquí asoma de vez en cuando algún que otro chavalín que se sale. Cada día más, por supuesto, porque si bien las dos o tres generaciones anteriores de surfers hemos crecido sin referentes ni referencias, improvisando, sin nadie que nos explicara gran cosa y en muchos casos empezando tardíamente, la popularización del surf mediterráneo ha supuesto que muchos niños lo contemplen como una opción deportiva más. Porque lo ven en la playa. O conocen a alguien. Y mirando se aprende. Y empezando enano y sin ningún achaque o articulación jodida, más.

Así que empiezan antes, empiezan más y de ahí siempre puede salir alguien de un nivel que merezca la pena.

Pero claro, como digo, aunque es fácil recordar pros o semi-pros vascos, canarios, gallegos, cántabros... (¿puede ser que no recuerde a ningún asturiano? Supongo que haberlos, háylos) que llenan las revistas de surf nacionales y se pasan sus inviernos en Hawaii o dónde sea, una joven promesa mediterránea sabe que su único futuro estará en ser cabeza de ratón y ganar un campeonato local al año (y eso mientras dure la ACS...) que le proporcionará un gran premio consistente en un 4’3” aportado por la marca de turno que promocione el evento. Difícil vivir todo el año de los beneficios obtenidos por la venta del traje, me temo.


















También es verdad que hace años, en un campeonato junior en Lacanau-Ocean, ví competir hasta las rondas altas a un chaval suizo de cuyo nombre no logro acordarme. Era la época de junior de Tiago Pires y no sé cual de los Acero (es que son tantos...), así que supongo que no habrá llegado a nada. Pero supongo que si se puede aspirar a quasi-pro viniendo de Suiza, debemos aplicarnos aquí aquello de “siempre hay alguien que está peor”...

Pese a todo, alguna jóven promesa local tiende a actuar como si creyera que ser un proyecto de surfer bueno les convierte en algo superior a otros compañeros de pico. Mal vamos, porque eso corre el peligro de acabar derivando en otra especie endémica de por aquí, mucho más lamentable, la “jóven promesa de 30 años”, de la que quizás –debo pensarlo, que seguro que aparece alguien que decide darse por aludido y se enfada- hablemos otro día.

Así que valga este post como homenaje a esas promesas del mediometrismo que saben que lo suyo es una vida sin futuro en aquello para lo que tienen talento, a menos que hagan una fuerte inversión vital que no todo el mundo está dispuesto a enfrentar. Y especialmente para aquellos que se lo toman bien.

Por cierto, el de la secuencia no sé quién es, pero si se conoce la mierda de ola en la que está metido, se aprecia mejor el nivel de la maniobra. Lo tengo visto de sesiones de este invierno, por primera vez, y no puede tener más de 15 años, si llega. Vaya Vd. a saber, igual estoy metiendo la pata y es alguna joven promesa de otro sitio que estaba de visita por aquí. Ese logotipo en la punta de la tabla es sospechoso... Pero vamos, si no vale ése como ejemplo, valdría algún otro parecido. Las fotos, como seguimos sin un sólo día de olas desde que abrí el blog (¿ven qué duro es ser mediterráneo, aunque seas mediometrista?), se las he vuelto a vampirizar a Dave Walton.

jueves, 19 de junio de 2008

SURF ART DE ANDAR POR CASA


¿Qué pasa? Igual que no todo el mundo puede ser un Joel Tudor o un Gerry Lopez, no todo el mundo puede ser un Rick Griffin, un John Severson o un Rietveld. Así que se pilla un florero viejo de cristal, unas piedras del camino, unas flores desecadas, se le pone encima a Wilbur Kookmeyer y ya tenemos un bonito bodegón para la repisa del baño. Total, siempre quedará más aparente que la botella de colonia que te regaló tu abuela aquella navidad y que nunca te pones.

Y, si le ponemos ganas, remite un poco al rollo Pacific Vibrations, Morning of the Earth, The Fantastic Plastic Machine y esos rollos pseudopsicodélicos. Vean sino: la pieza simboliza un chavalillo con ínfulas de futuro pro que se inicia en el surf cabalgando un lecho de flores, que simbolizan la primavera vital , su deseo de aprender a surfear y la esperanza de aprender a vivir, y la base de piedras, que simbolizan las dificultades de la vida, los golpes que le va a dar y los wipeout en fondo de roca que se va a comer. ¿Ven Vdes. que fácil es ser artista? Si el que no se pone es porque no quiere... :0)))))))))))))))))))))))))))))))

Y eso que la foto no le hace honor.

Pues eso, que los chicarrones del Norte me han comentado muy a menudo -y no voy a dar nombres- que por aquí nos preocupamos mucho por la cultura surf porque no tenemos olas para surfear. Y que si las tuviéramos nos andaríamos con menos tonterías. No diría yo que no pueda ser verdad, pero no sé qué opinarían al respecto esas decenas o centenas de surfartistas californianos que pueblan las páginas de los muy recomendables "especiales surfart" del Longboard Magazine.

En realidad aquí lo que somos es unos neuras, que lo sepan.

lunes, 16 de junio de 2008

PERSONAJES LOCALES (I)

Que quede claro desde el principio: yo, cuando sea mayor –es decir, más mayor- quiero ser como David Walton.

A David Walton también se le conoce por “El Kahuno” (o “El Kahuna” o "Dave Kahuna"). Lógicamente, creeréis que es por su sabiduría al respecto de las esencias, la historia o la filosofía del surf. Pues no. No digo que no disponga de ella, pero no es ésa la razón de su mote.

Dave y su furgo al fondo.

Será entonces por su edad y su papel como referente, a imagen y semejanza del popular Kahuna de “El gran miércoles”. Pues tampoco.

Aquí somos mucho más prosaicos que todas esas cosas y a David se le llama así simplemente porque su tienda de surf lleva por nombre “The Big Kahuna”.

The Big Kahuna está situada en el epicentro del mediometrismo del sur de Barcelona, el puerto deportivo de Aiguadolç, en Sitges. La webcam que al amigo Dave se le ocurrió instalar en la ola del mismo nombre habrá contribuido mucho a la popularización de la tienda, no lo dudo, pero desde luego bastante menos que a la popularización del pico. O llámenle saturación. Vale, no es que antes de la cámara fuera precisamente un secret spot, pero desde luego no se ponía como se pone ahora, que casi hay que pedir tanda. No para las olas, sino simplemente para entrar, que es que hay días que no se cabe, oiga. Cualquier día de estos veremos un turn-o-matic de carnicería de supermercado pegado a una roca junto al espigón y los surfistas preguntando "¿Quién es el último?".

Año 1 o 2 a.t. (Antes de la Takayama)

(Hago un inciso) La verdad es que resulta un poco sorprendente, en un mar como el nuestro, que el parking de Aiguadolç se llene de gente que duerme en las furgonetas la noche antes para aprovechar el primer baño matinal los fines de semana con buena previsión de sur. No parece muy necesario aquí, y además va a dar lo mismo porque se va a llenar enseguida por mucho que se madrugue, pero supongo que la gente querrá amortizar la inversión en furgos... Aunque resulta curioso porque más de una vez me he levantado a las seis y media, he desayunado tranquilamente, he llegado al pico a las 7 y poco... y he acabado entrando antes que los de las furgos, que seguían durmiendo tan contentos. O han hecho sesiones nocturnas con los faros apuntando al pico o digo yo que para ese viaje no hacen falta tantas alforjas furgoneteras. Pero bueno, como digo siempre en estos escritos, cada uno vive como le place y a los demás nos ha de parecer –y a mí me parece- bien. (Fin del inciso)

A lo que íbamos, que Dave sí es en realidad una especie de referente. Para los más jóvenes locales, porque les proporciona un lugar de encuentro –incluso está en trámites de montar un club de surf local- y de conversación surfera; y para los menos jóvenes (a los que esas cosas ya no nos hacen tanta falta o no nos las creemos del todo, por el escepticismo que dan los años) porque cuando nos afecta la depresión por el poco tiempo de surf a buen nivel (físico, me refiero...) que nos pueda quedar te acuerdas de él, que con 56 años está todo el día en el agua o al lado del agua, y se te quita de golpe la sensación de “viejunismo”.

En 1989... ¡con pelo!

En cuanto al surf local, es un personaje también por su papel pionero. Nacido en Florida (USA), se estableció aquí y fue una de las primeras personas en surfear nuestras playas, hará ya más de 20 años, si no ando equivocado. Incluso apareció entrevistado en las páginas de Surfer Rule no hace demasiado.

Además, se le perdona lo de la webcam saturadora de pico porque es una persona excelente, siempre dispuesta a confirmar telefónicamente la calidad del swell (y su mera existencia, que aquí hay olas un rato y a la media hora ya no...) con lo cual nos ahorra más de uno y más de dos viajes inútiles. Y mira que los surfers de aquí podemos llegar a ser pesados, la paciencia que ha de tener el hombre... De hecho -no sé si alguien recordará aquella vieja serie televisiva "Los Walton"- a veces pienso que Dave, un Walton al fin y al cabo, podría haber hecho el papel del bondadoso John Boy.

Tiene también la costumbre de documentar gráficamente la mayoría de las sesiones de sus playas más cercanas. Luego cuelga las mejores fotos en su web, www.thebigkahuna.es (las tres fotos de agua de este post estan sacadas de ahí). Con lo cual resulta que un altísimo porcentaje de neosurfers locales probablemente se habrán visto en imagen por primera vez gracias a la cámara de David. Por cierto, que debe fotografíar de acuerdo con la ley de probabilidades. Entre que sus conocimientos técnicos imagino que son los normales de aficionado –para eso está el modo Auto- y que los surfers de aquí somos malos, pues tira y tira y alguna saldrá bien. Son conocidas sus frases tipo: “tío, tengo como 800 fotos de la sesión de ayer”. Cuando caes en que en realidad la tal sesión de ayer fue una mierda, flipas. Cosas de la fotografía digital...

Dave componiendo una postal típica

Lógicamente –y por eso sale aquí- él y su Takayama 9’2” de epoxy son unos grandes amantes del mediometrismo, que disfrutan hora tras hora hasta que su espalda dice basta. Pero no es por eso que de mayor quiero ser como él. Es porque le llamas los días de semana en horario laborable y te dice: “oye tío, que no sé si hay olas que estoy jugando al golf” o “oye, que no sé, que estoy comiendo una paella con Randy Mamola” (Nota: ex-piloto americano de MotoGP -antes llamado 500 c.c.- residente en Sitges).Y tu cuelgas el teléfono, vuelves a mirar las paredes de la oficina, miras el reloj y lo que te queda... y no, no es lo mismo, no. ¿David, no necesitas un socio para la tienda o algo?

miércoles, 11 de junio de 2008

SURFEANDO LA NADA

En uno de los últimos números de la revista “Surfing” se hablaba en portada de la ola más grande jamás surfeada. Vale, tendrá su mérito. Pero yo creo que a nosotros deberían ofrecernos algún crédito al respecto de “la ola más pequeña jamás surfeada”. Que tiene su dificultad, no crean.

Vean si no esta primera fotografía. Cualquier surfer en su sano juicio creería que en el encuadre coincidió un surfer dejando la ola con otro que pasaba por allí en plena paddle race. Pues no: lo que está remando ese señor es la “ola”. Puede que sólo la vea él, pero la esperanza es lo último que se pierde. No hay ola pequeña, sólo surfers con insuficiente fe. Y aquí, la verdad, después de periodos de un mes sin olas -bastante habituales- nos conformamos casi con cualquier cosa. O sin el “casi”. No sé si nuestro optimista amigo llegó a levantarse o no, lo dudo a la vista de la imagen, pero nos sirve como ejemplo de lo que la reconocida surferette y saltadora (lo reconoce ella misma, a mí no me miren) local Stephanie Leblanc definió, muy acertadamente, como “ondulaciones surfeables”.


A veces nos pasamos...

Esto de ondulaciones surfeables es lo que en otros lugares se conoce por “mar plato”, pero aquí si no es plato del todo le sacamos partido, que el mar es como los cerdos, se aprovecha todo. Lo que convierte a su vez en muy posible que algún surfista local ostente el record mundial de remadas inútiles en olas inexistentes. En esos momentos, cuando eres consciente de lo que has intentado remar, te paras y ves a tu alrededor a otros surfers mirándote con una sonrisa medio indulgente medio sarcástica, siempre nos queda el consuelo aquel de poner cara de “ lo he remado queriendo, así al menos hago brazos”... Cierto es que, como decía, tiene su mérito, porque cuando esas sesiones son en invierno nos asalta muy a menudo el síndrome “pero qué estoy haciendo aquí”. Ese síndrome, descrito en la medicina relacionada con el surf como propio de zonas con mares cerrados, tiene como síntoma principal una cierta sensación de ridículo. Pero enseguida recuerdas que no se puede ser surfer en el Mediterráneo si se tiene sentido del ridículo.

Cuando abrí el blog fui muy optimista. Afirmé que pretendía rentabilizar la cámara digital. Por supuesto, como era de esperar, no ha habido ninguna oportunidad desde entonces de meterse en el agua ni de fotografiar nada relacionado con el surf, así que no me queda más remedio que enseñarme a mí mismo en unas fotos que me sacaron al día siguiente. Vale que los blogs son ego-trips, y lo más normal es que el que lo escribe acabe hablando de sí mismo (yo prometo hacerlo poco, en serio) Pero aún así queda poco elegante hacerse aparecer. En este caso, sin embargo, la foto sirve bien para acompañar el ejemplo e ilustrar el dicho de que, en surf, a diferencia de lo que cuentan de la vida, valen más mil palabras que una imagen.


Sí, ahí había una ola...

Esto fue el último día que hemos tenido algo parecido a olas, hace tres semans, el día después de abrir el blog. Ahí se me ve, aprovechando de manera patética un miniswell y compitiendo por el galardón de ola más pequeña jamás surfeada.

En fin, que digo que las fotos engañan porque en plano fijo algunas de la sesión parecen indicar un cuarto de metro tablonero y bonito. Ni caso, oigan. Una vez te levantabas, si es que te levantabas, como máximo podían recorrerse 15 metros antes de que la ola quedara en nada. Con una imagen parecen olas; con mil palabras te sobrarían 998 para describir lo que había.

Menos mal que en la siguiente foto, para compensar, se ve una elegancia en el surfer, una estela semicircular perfecta dejada por el giro, una soltura, una clase... ah, que ya había dicho que el de la foto era yo... Perdón...


Superclase... ;0)

Ese día entré porque estaba probando mi nuevo artilugio, una Montjuich 9’ single-fin only llamada Le Croissant, anchota y gorda. Y tenía ganas de ver cómo funcionaba. Permitió aprovechar las olillas y "echar la tarde". Lo que la convierte en un magnífico tablón. Aunque le faltaba un poco de quilla.

Pero ya se sabe: aquí, en materia de surf, siempre nos falta algo. Normalmente, olas.

Ah, por cierto, debo reconocerlo... me lo pasé como un enano, para qué nos vamos a engañar.

miércoles, 4 de junio de 2008

DÉJAME UN RATITO MÁS, MAMÁ...

Una imagen muy habitual, que todos hemos visto cientos de veces, que muchos hemos fotografiado con mayor o menor gracia, pero sobre la que sólo unos pocos se habrán parado a reflexionar: el surfer pensándose si entra o no. O si vuelve a entrar o no.

¿Y qué es exactamente lo que piensa?

Bueno, pues cada uno de nosotros pensará una cosa u otra, dependiendo de su grado de originalidad mental, pero en esta cuestión también se da una diferencia fundamental entre el mediometrismo y las olas “de verdad”.



C'mon and let me know... should I stay or should I go??

Imagino -o al menos es lo que me ha pasado a mí- que a menudo un surfista plantado en la orilla frente a un mar grande, desordenado o bravo, puede estar reflexionando sobre si está físicamente preparado, si tiene el nivel suficiente para no correr riesgos, si le apetece el esfuerzo que va a soportar durante la sesión o si realmente le vale la pena meterse ahí. Hasta puede estar valorando si ha llegado demasiado tarde y la subida –o bajada- de la marea le va a fastidiar las olas. Bien, eso también te lo puedes pensar antes de ponerte el traje y te ahorras el engorro del ahora me lo pongo - ahora me lo quito, pero aceptémoslo, a muchos de nosotros nos debe haber ocurrido alguna vez. Si el/la surfer es alguien responsable y la cosa está verdaderamente seria, también puede ser que esté buscando el mejor canal para llegar bien al line-up, calculando la frecuencia de las series o analizando la calidad o características de las olas para su mejor aprovechamiento.

Aquí no. ¿Ven? Otra ventaja del mediometrismo: no hemos de calentarnos tanto la cabeza... Aquí, donde por no tener no tenemos ni mareas, cuando alguien está mirando al mar con la tabla bajo el brazo, los pensamientos más habituales son del tipo:

a) Joder, le he dicho a mi novia que la llamaría hace una hora para quedar y aquí sigo, dále que te pego, debería salir a avisarla o me veo esta noche a dos velas...

b) Pufff, ahora le he mandado un sms a éste para que no venga y no está tan mal, mejor salgo a llamarle un momento que si no se cabreará.

c) Mierda, a este lado hay muchos tabloneros. ¿Y si voy al otro lado del espigón? (En este caso, es posible que le volvamos a ver al cabo de un rato parado en la otra orilla pensando que ahí hay muchos shortboarders maquineros y que casi mejor se vuelve dónde antes...)

d) Esta ola con la que he salido es una basura. A ver si me habrá visto alguien... Voy por una más que dicen que hay que marcharse con una ola buena y hasta la arena.

e) ¿La comida familiar del cumpleaños de mi madre a qué hora era? ¿Voy bien? ¿Quién llevará reloj para preguntarle la hora?

f) Para ser mi tercer día... ¿no haré mucho el ridículo si entro con este tamaño?

g) Lo juro, no vuelvo a entrar de resacón.

O similares. Para hacerse una idea: en el caso de la primera foto, Roser se estaba pensando si le salía más a cuenta el buen rato que estaba pasando o pesaba más el frío que le causaba su traje fino por no haber reparado aún el agujeraco de su traje de invierno... Para curiosos, se fue para la furgoneta.


Roser recordándole a un chaval que Cala Balmins (aka El Cementerio) no es ola para tablas cortas...

Un día dedicaremos un “Especies autóctonas” a Roser, una persona que llegó tardísimo al surf -como tantos aquí- pero que lo ha cogido con ganas y se está stokeando seriamente. Se inició con una evolutiva y, cuando empezó a coger olas con cierto control, en lugar de bajar de tamaño, se pasó al tablón. Un signo de inteligencia por su parte.... Por cierto, en ese momento de cambio al longboard -hará unos dos años largos, así a ojo- afirmó convencida (aunque con un deje de duda irónica) que en un año haría un hang ten. Si lo consiguió o no es una historia que contaremos ese otro día...