MEDIOMETRISMO: SURF EN LA COSTA CENTRAL CATALANA

Un relato gráfico y comentado sobre olas pequeñas, swells escasos y gente que hace del medio metro una forma de vida. Algunos, hasta lo convierten en una forma de expresión personal.

Y es que en realidad, si de lo que se trata es de disfrutar de la vida y el mar... ¿para qué necesitamos más tamaño?

lunes, 24 de noviembre de 2008

VUELVE EL BIG KAHUNA... Y HASTA LO ESPONSORIZAN



Vaya... Pues va a resultar que al final nos volveremos "normales", surfísticamente hablando. Ya la tenemos aquí: la esponzorización ha llegado –si bien de manera aún muy concreta- a nuestras costas. Y lo ha hecho -con muy buen gusto, eso sí- apostando por el longboard. Es decir, por un ámbito de nuestro surf en el que la gente va adquiriendo cierto nivel, pero en el que aún queda lejos esperar la eclosión de alguna joven promesa en los próximos años. Salvo que consideremos a Norman aún joven, por supuesto.

Coñas aparte, e independientemente de lo que cada uno pueda pensar de la competición y la esponsorización, es sorpresivo y tiene gracia –en el buen sentido- que Quiksilver y Surftech hayan apostado en serio -recalco lo de "en serio"- por apoyar un campeonato local mediterráneo y que ese campeonato sea el de longboard organizado por nuestro dedicado amigo David Walton, propietario de la tienda Big Kahuna. Al parecer, y para más alineamiento de astros, este año incluso el Ayuntamiento de Sitges se cree el proyecto y colabora en serio, facilitando la organización y no limitándose a dárse por enterado, como en otros intentos anteriores.

Quizá no sea tan extraño ese apoyo, si consideramos el auge del mercado catalán como potencial fuente de ingresos de marcas de surf. Sí, reconozcámoslo, lo tiene, nos guste más o menos. Pero hoy tengo el día bienpensante y prefiero creer que la apuesta viene más bien por lo exitoso y diferente -en relación a las estresantes competiciones de otros lugares más... competitivos- que salió el festival del año pasado: pese a la larguísima espera (Quiksilver ya estaba incluso a punto de retirar su experimental apoyo de la temporada pasada) al final el Mediterráneo, a su bola como siempre, decidió colaborar, se acordó de que también puede entrar de sur y nos suministró un día primaveral, con un swell duradero y más que digno que convirtió la primera edición en una fiesta en la que todos se lo pasaron bien y de la que nadie pudo tener, ni tuvo, ninguna queja. Salvo yo, quejica como siempre, por dejar que me eliminaran tan pronto, aunque ya me estoy acostumbrando. Al menos, como dice Norman Wright, presidente del Hotdoggers Longboard Club inglés en el último número de Corduroy Lines (revista inglesa de longboard, http://www.corduroylines.com/) al respecto de por qué se compite a estos niveles medios y locales, me di el único gusto que en realidad perseguimos en estos eventos: eliminar a un colega. En este caso le tocó a Andrea Ceruti. Algo es algo... :0)


Dani Domínguez, ganador de la pasada edición.

Volviendo -que tiendo a irme- al modo serio, el éxito pasado ha llevado a David y ambas marcas a apostar por un campeonato más ambicioso. Con el mismo formato (participantes locales y tres o cuatro semi-pros invitados por las marcas) me cuentan que esperan repetir fiesta. Las carpas y la infraestructura serán más, coincidirá con la segunda prueba gratuita de tablas Surftech (después de la buena acogida de la anterior) y, con un poco de suerte hasta funciona la megafonía y nos enteramos de cuando nos toca entrar en manga... Este año hay dos trofeos. Uno para el ganador absoluto y otro para el mejor catalán clasificado. Quizá haya incluso doble final, como ha comentado David, porque como vengan cuatro semi-pros los de aquí vamos a tener difícil hacernos un sitio en la final absoluta y no hay que desmotivar al personal. Y es que cuesta competir contra gente que entra todos los días al agua, pero por si acaso se intentará.

Aunque el número de participantes será limitado, por la inconsistencia de nuestros swells, que obliga a tirar todo el campeonato el mismo día, David está especialmente ilusionado con la presencia de público y con convertir el evento en una especie de día de playa familiar. Esperemos que salga un bonito día de sol... Y hablando de ilusión, en este caso personal, dejaremos dicho que el trofeo (los trofeos) no sólo serán muy llamativos y longboarderos, sino que estarán manufacturados, en entrañable colaboración, por un conocido shaper local al que yo juraría haberle leído que no le interesaba nada el concepto competición... Mira, me hace ilusión -será por la proximidad de la navidad- y tranquiliza saber que al final todos arriman el hombro cuando se trata de apoyar a gente que se lo merece (como David, sus voluntarios y el curro que se pegan para organizar todo esto) y al surf local.



Ya continuaré contando cosas del festival según se vaya acercando. Más información en la web de The Big Kahuna: www.thebigkahuna.es Para hacer boca acompaño foto mía haciendo el típico surf que NO haré el día del campeonato, para regocijo de Norman, Josep y compañía. Y es que como blogero no sé si seré bueno o malo, pero lo que es compitiendo...

Por cierto, para los que abominen de la competición, que por aquí hay unos cuantos, mi opinión es que aquí no nos hace daño ni es peligrosa: siempre será esporádica, nunca se extenderá en nuestras playas. Lo que es malo para nuestro surf (las olas y su escasa colaboración) es bueno para impedir la llegada de ningún virus serio de competición y mantenerla donde debe estar: como un encuentro a celebrar y disfrutar de vez en cuando; no como filosofía de surf mediterráneo.

Y además, como ya he comentado alguna vez por aquí, me parece oportuno, justo y necesario apoyar a los que hacen cosas.


martes, 18 de noviembre de 2008

NADIE SURFEARÁ PARA SIEMPRE

-¿Qué quieres decir? Esos tíos están tan pillados que surfearán toda la vida- replicó Denny


Bear cogió las tijeras oxidadas y las tiró sobre el banco de trabajo. La tabla ya estaba envuelta en fibra de vidrio.


-Nadie surfea para siempre – dijo.


Los dos amigos se miraron el uno al otro, desconcertados. Observaron a Bear mientras iba hacia una pila de cubos y empezaba a abrir una lata de resina.


-Tú todavía lo haces, ¿no, Bear?- preguntó Denny.


-Sólo cuando es necesario.



Hace dos domingos, que me quedé a dormir en la ciudad, un pelín resacoso, entretuve la resaca de la misma manera en que lo hacía cuando era residente del centro urbano más bullicioso: dándome una vuelta matutina por el mercadillo dominical del Mercat de Sant Antoni. Durante mucho tiempo fue un magnífico lugar para encontrar pequeños tesoros en forma de libro o disco, aunque la pérdida de valor de los objetos de cultura popular y el terreno que han ganado en los tenderetes los dvds porno y los tan poco interesantes videojuegos han reducido el interés de la caza. Aún así, es bonito darse una vuelta (nunca mejor dicho, porque el recorrido da la vuelta completa al edificio del mercado) y observar la entrañable degradación de una casta de buscadores que se resiste a desaparecer.


De hecho, iba sólo de paseo. Como mucho en busca de buena novela negra a precio de saldo (tuve suerte: un interesante Harlan Coben, “Tan sólo una mirada”, en tapa dura a 4 euros). Pero como siempre se encuentra lo que no se busca, desde un rincón me llamó la reciente edición de “El gran miércoles” que Ediciones Pàmies ha publicado en castellano, la novela que John Millius y Dennis Aaberg sacaron del guión de la conocida película referencia de la cinematografía surf. Como estaba en perfecto estado y barata, me la compré. No lo había hecho en su momento porque intuía lo que en efecto iba a pasar, que la traducción fuera una mierda. ¿Tanto cuesta que el traductor busque a alguien que conozca la terminología del surf? En fin, no es el tema ahora... Aún así, la empezé a leer y me encontré enseguida con la transcripción de esa escena, que todo buen fan de la película será capaz de recordar de inmediato en imágenes (y para los que no, ahí arriba hay un fotograma).



Lo que me ha hecho reflexionar –que para eso los libros dan más tiempo que las películas- es que en la novela, Bear, un personaje que aparentemente está de vuelta de todo, considerado en el surf ya no por su capacidad para practicarlo sino sólo por su sabiduría y experiencia (que es como decir que está acabado) es...”un viejo de treintaytantos años”.


Evidentemente, los tiempos han cambiado y hoy hay gente que empieza cuando a Bear ya lo hubieran jubilado y echado a los mejillones, pero aún así... ¿surfearemos para siempre? ¿O sólo cuando sea necesario?


¿Cuando es necesario?


¿Lo era para mí hacer 40 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta el domingo pasado a las 8 de la mañana, con 10 grados, para surfear unas olas cintureras (“pero guapas”, que dirían en el Màlaga Surf Club)?


¿Ha dejado el surf realmente de ser una forma de entender y justificar la propia existencia -como lo era para Bear, algo que no se puede malgastar? ¿Se puede estar hoy tan stoked como lo estaban en los primeros 60 en las playas de California si la respuesta a la anterior pregunta es afirmativa?


La cuestión de qué es el surf es un habitual del existencialismo de sus practicantes (al menos de aquellos con cerebro suficiente para desarrollar plantamientos mentales más allá del típico "¡he pillado una bomba de puta madre!" de nuestras revistas de surf). Y como suele ser habitual, la pregunta tiene centenares de respuestas posibles. Tantas como surfers la respondan. Yo he dejado de planteármelo de manera filosófica. Aunque cada vez me da más pereza, siempre entro. Aunque cada vez me duelen más las rodillas y el hombro derecho, siempre entro. Aunque en determinadas condiciones de escasa calidad a menudo parezco el padre del resto de surfers en el pico, siempre entro. Aunque cada vez más habitualmente me pregunto “qué hago yo aquí?” cuando estoy ahí flotando para nada con la de otras posibilidades que ofrece el mundo en esos momentos, siempre entro. En resumen, por si no ha quedado claro, que siempre entro.



Es decir: que me pregunto, pero no me respondo.


O quizás sea más fácil: puede que para mí, siempre sea necesario. Que sólo vaya a dejar de entrar cuando no pueda más. Pero no mentalmente, sino físicamente.


Probablemente por eso nunca me den un papel de Bear en la futura gran película del surf.


Porque para pensar, me gusta más hacerlo sobre otras cosas. Y el surf, simplemente disfrutarlo. Sólo cuando sea necesario. Y probablemente lo sea siempre. Para disfrutar de la vida cuando esta vaya más o menos bien. Para distraer las dificultades y las penas cuando éstas se presenten.


Que siempre lo hacen, de una u otra manera.

sábado, 15 de noviembre de 2008

EXPERIENCIA...



¿Qué es un tipo que lleva muchos años surfeando, domina la técnica, controla su cuerpo y conoce el pico a la perfección?

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¡Un surfer con muchas tablas!


Pffffffffffffffffffff.... (lo siento, es malo, pero ha sido más fuerte que yo, tenía que hacerlo...)

lunes, 10 de noviembre de 2008

PERSONAJES LOCALES: ABEL

Igual que es seguro que en Senegal hay alguien que no tiene ni idea de que hubiera sido un gran esquiador o en Corea del Norte vive alguien sin saber que podría haber sido un excelente jugador de hockey sobre patines, siempre he pensado que por aquí tenemos unos cuantos que podrían haber sido magníficos surfistas.

No se me rían... Que va en serio. Pero ya se sabe, hasta hace unos años, en el típico cronograma mediterráneo se descubría el surf tarde, nadie te enseñaba nada, se entraba poco, se iba muy perdido y, cuando alguien –en el caso de que sucediera- se daba cuenta de que podría haber tenido un cierto nivel, se encontraba con una edad en la que ya no apetecía plantearse según qué apuestas vitales de cambio.


Fíjense básicamente en la enorme potencia que transmite la ola, hay que echarle piernas... (fotos: Raúl Baldirà)

No tengo ni idea de si este último es el caso de Abel, pero sí pongo la mano en el fuego de que de haberse dedicado desde niño y de haber vivido en un entorno de olas frecuentes, hubiera sido un surfista de auténtico nivel.

En situación parecida he visto unos cuantos por aquí a lo largo de los años (Genís, el Bolas, Albert, etc...). Desconozco sus historias personales, pero lo que me ha hecho traer a Abel al blog es que él no se ha dedicado a lamerse las heridas o a quejarse de que si su abuela tuviera ruedas sería una carretilla; por el contrario ha contribuido voluntariamente a vertebrar ese nuevo mundo del surf catalán.


Tubeando en su querido Maresme. Doy fé de que cuando eso te rompe encima duele.

Para empezar, se trabajó y puso en marcha algo que aquí tiene mucho mérito, la primera Escuela Catalana de Surf (www.escolacatalanadesurf). Y digo que tiene mérito por tres motivos: el primero es que debe ser estresante estar pendiente de avisar a la gente de cuando hay olas o cambiar planes y decepcionar a los ansiosos alumnos si amanece plato pese a la previsión; el segundo (y esto igual son imaginaciones mías) debe ser aguantar al típico futuro surfer local flipao que a la que se levanta en una espuma se cree el hijo ilegítimo que tuvo Kelly Slater en una visita turística a Barcelona cuando era adolescente; y el tercero, que es el peor, es tener que dedicar las escasas olas a enseñar a otros en lugar de en provecho propio. Sólo esto último ya me admira de cualquiera que lleve una escuela, más en el caso de un lugar con tan escasas –y por ello egoístamente preciadas para uso personal- marejadas.


Esto no sé muy bien "qué es lo que es", que esto del shortboardismo tiene muchas maniobras raras...

Y como Abel debe ser de esos que hace del mediometrismo virtud, no contento con enseñar al que no sabe ahora se ha sacado de la manga el primer circuito catalán de surf (anticipándose a alguna idea similar que rondaba por ahí para el longboard): www.circuitcataladesurf.com. Tres pruebas, inicialmente, que pueden dar cierta vidilla a esa enorme cantera que puebla nuestras playas. Hay que tener valor. Si ya es difícil que cuadren olas en fin de semana durante el periodo de espera, apostar por ello tres veces en un año precisa casi de un pacto con el diablo.

En fin, que aunque hay mucha gente que mira raro a los que se mueven en esta escenita nuestra, que les acusa de parodiar el surf de lugares con olas, blablablablabla, yo, aún con todo mi cinismo y escepticismo de perro viejo a cuestas, no puedo dejar de admirar el espíritu de gente que cree en lo que hace. Debe ser porque a mi me falta disciplina, continuidad y constancia y ya se sabe, se suele admirar aquello que uno no es capaz de hacer.


En ocasiones veo olas (parafraseando de la peli El Sexto Sentido)

Ánimo y suerte, la necesitará. Seguro que hay muchos que piensan que la escuela no es más que un vivero de novatos y que el que quiera surfear que se esfuerze por aprender por su cuenta (probablemente los mismos que se quejaron de que cuando ellos empezaron no había nadie que pudiera guiarles) y que aseguran que el circuito lo único que hará es fomentar ridículamente el espíritu competitivo en un lugar sin practicantes de suficiente nivel, lo cual, además, será tratado de traición al free surf, el espíritu, el soul, etc, etc. y todos los etc. habituales. Como si no pudieran convivir las dos vertientes de entender el surf y que cada cual practique la que más le recompense personalmente.

Pero es que aquí, ya lo vamos viendo, somos así...

(Nota final: glups, me acabo de dar cuenta de que he dedicado todo un post entero... ¡a un shortboarder! ¡¡Yo!! ¿Es grave, doctor?)

martes, 4 de noviembre de 2008

HE' ENALU

No acabo de entender por qué motivo, si dicen que no se le pueden poner puertas al campo, sí se le pueden poner límites al surf (empalme con los comentarios al último post). A nadie se le escapa que, en un sentido puramente literal del término, “surfing” se refiere al acto puro de surfear. Está claro. De hecho, es un tiempo verbal, no un sustantivo. Por eso yo le llamo “surf”, no “surfing”. Porque si nos ponemos tan exquisitos, resultará que las remontadas, las remadas o el rato que estás flotando sentado en la tabla contemplando la puesta de sol (o la salida, según seas de los madrugadores o de los perezosos) tampoco son surf: los antiguos reyes hawaiianos o polinesios se referían, en su denominación original he’ enalu al concepto de “deslizamiento sobre la ola”. No a la parafernalia surfera, desde luego, pero tampoco estaban pensando ni en la remontada, ni en el momento en que se ponían el taparrabos de licra ni en el rato en la arena al salir en el que taladraban a los pobres esbirros de clase baja que habían entrado con sus parcas alaias explicándoles la cantidad de olas que habían pillado con sus enormes olos reservados a la nobleza isleña.


Borja he' enaluando.


Esta tontería que acabo de escribir viene a querer decir que el surf (que es un concepto más amplio que el de quienes emplean, como en el norte de España, el tiempo verbal “surfing” para denominar esta afición nuestra) puede ser para cada uno lo que le dé la real gana.


Yo conozco por aquí muchos presuntos auténticos surfers que dicen pestes de la parafernalia surfera, que abominan del entorno poser, ya sea retro-vintage o moderno-radical y que defienden el surf en estado puro como la comunión sin más disfraz del hombre con el mar o como una actividad simple y no parafernálica integrada en la vida diaria... y luego cuando hay olas no se meten porque han salido por la noche, porque no les gusta madrugar, porque está lloviendo, porque tienen que ir de compras con la novia o porque tienen que pintar una pared que pueden pintar en cualquier otro momento. Y seguramente, alguno al que le guste clavar madelmancitos surferos en cachos de madera (no sé si todo el mundo ha entendido la ironía del post anterior), estará en el agua salvo causa de fuerza mayor o laboral. Igual que muchos de aquellos a los que se acusa de darle bola a la iconografía surfera.


Pau, antes y después de surfear... (vale, soy un pesao)


Como digo siempre, aunque muchos parecen no creerme, cada uno puede hacer lo que quiera y decidir cuando empieza y acaba su surf, si cuando siente la priemra gota gota de agua a la altura de los bajos, cuando vé las fotos de la sesión o cuando lee una revista o un libro. Y no pongo ejemplos reconocibles de lo del párrafo anterior precisamente para darlo yo, para respetar que cada uno haga lo que quiera sin criticarlo y además porque este blog se me está empezando a ir de las manos. Ya van varias veces en el agua que gente a la que no conozco me dicen algo así como “¡hey, mediometrismo!”. Glups... Desde luego que me alegra que este modesto espacio sea leído y seguido pero eso también me obliga a ser más cuidadoso de lo que lo era al principio para no molestar a nadie. No sólo por educación -que también, que mis padres se esforzaron por inculcármela- sino porque si en toda mi vida he tenido ni un sólo problema en el agua a ver si lo voy a acabar teniendo ahora por cosas escritas aquí en lugar de dichas en el pico. Que el surfer es una especie muy susceptible, como he ido apreciando desde que puse en marcha este blog y como demostré yo mismo con mi calentón en el foro de Costasurf en reacción a las vergonzosas y ya notorias seis páginas del último número de la revista Glide en lo que se referían al surf catalán.


Otro local que estaba por allí


Así que hoy que no hay olas, SURFEO con el recuerdo (que, insisto, para mí también es surfear aunque no esté tocando agua) y espacio este texto con fotos acuáticas de una de las últimas sesiones, en un pico aún poco concurrido y cuyo nombre, aunque a los locales que aparecen en la foto no les importe y con el entorno sea fácil de identificar, dejaremos en el teclado. Aunque en la costa central catalana no hay ni un sólo secret spot, y mucho menos urbanos como este de las fotos, sigo defendiendo el esfuerzo de búsqueda y desplazamiento por uno mismo como parte del surf. ¿O al final hemos quedado que no es surf?


Y acabo con una de esas fotos que tanto gustan a los amantes del arte... :0))))))))))))))