MEDIOMETRISMO: SURF EN LA COSTA CENTRAL CATALANA

Un relato gráfico y comentado sobre olas pequeñas, swells escasos y gente que hace del medio metro una forma de vida. Algunos, hasta lo convierten en una forma de expresión personal.

Y es que en realidad, si de lo que se trata es de disfrutar de la vida y el mar... ¿para qué necesitamos más tamaño?

lunes, 28 de julio de 2008

MANIOBRAS LOCALES (II): el "quasi-hang five"

El nombre -en su acepción mediterránea- de esta maniobra es debido a las aportaciones surfísticas de Josep Casas (ver el primer archivo del blog), después de describirnos en los últimos años una y otra vez sus presuntos hang five sin que consiguiéramos verlos ni disponer de testimonios gráficos de los mismos. Más allá de los verbales de su compañera que, por supuesto, no nos parecían en absoluto de fiar. Finalmente, no sin arduas horas de observación con paciencia ornitológica, se pudo constatar que la gran mayoría de las veces (por no decir todas...:0)), en los intentos se echaba en falta el componente hang de la cosa. Es decir, que se estaba cerca, pero allí no colgaba nada, excepto cuando era verano y el bañador ancho.

Visto lo cual, se decidió que, como es buen chaval y esforzado tablonero, la cercanía cada vez mayor a la punta de la tabla -en lo que él llamaba "aproximaciones al nose"- y el mérito del intento continuado eran suficiente rédito como para no dejar los intentos en simple y vulgarizado noseriding; y así quedó bautizado el quasi-hang five. Consistente, como fácilmente habrán colegido, en estar a punto de hacer un hang five pero no avanzar esos centímetros definitivos por temor a la quasi-segura clavada de punta y consiguiente caída tonta para regocijo de los siempre crueles amigos presentes en el pico.

Claro está -no sobra recordarlo- que en los sesenta, en la época de los pioneros, el noseriding simplón -a medio metro de la punta- era una de las maniobras reina y sus practicantes eran agasajados y admirados por ella. Pero ya no estamos en los sesenta, como bien sabe Bob Dylan, y dado que los tiempos y los materiales adelantan que es una barbaridad, hoy en día no eres nadie en esto de la tabla larga si no sólo no dejas los deditos colgando del todo sino que además lo adornas mediante una patada tipo pollo de cigüeña karateka (como Beau Young) o gesto similar.

Pero como las olas de aquí son las que son –que el mediometrismo mediterráneo no va a tener sólo cosas buenas- resulta que muy a menudo no les sale de la espuma tener la forma adecuada o el agarre suficiente para aguantar bien el peso en la punta del tablón, con lo cual el quasi-hang five se ha convertido en una de las maniobras estelares (50% por incapacidad nuestra – 50% por falta de nivel de las olas) del mundo tablonero local. Todos lo practicamos con delectación; y el tablonero que lo niegue, miente bellaquilmente. A menos que se refiera a que ni siquiera se mueve del centro del tablón, que de esos haberlos hay y en abundancia.

A efectos gráficos, acompaño tres magníficos ejemplos de como NO se llega a la punta aunque intentes disimular, perpetrados en primera persona y para mi verguenza inmortalizados durante el último campeonato de longboard de Sitges. Y luego me pregunto que cómo no llegué ni a semifinales... :0) La que aparece debajo de estas líneas es especialmente patética en su mindundez e indefinición...

Otro día estudiaremos la “variable Luca Cerutti” -a medio camino entre el quasi-hang five y el antiguo cheater five californiano-, consistente en agacharse a media tabla y, aprovechando que uno mide 1’93, estirar la pata hacia delante y asegurar que estás noserideando. En cuanto encuentre una foto la documento para la posteridad, que merece la pena.

Y, lo dicho, en cuanto vuelvan las olas, volverán las oscuras golondrinas en su balcón los huevos a posar y las fotos de cosecha propia las acompañarán.

lunes, 21 de julio de 2008

MANIOBRAS LOCALES (I): el "Mediterranean floater"

A raíz de un pie de foto del último post, me han preguntado en privado qué es un Mediterranean floater. Pues bien, en descripción que puede aplicarse a multitud de maniobras perpetradas por surfers mediometristas acostumbrados a olas sin fuerza, un Mediterranean floater es aquel floater en cuya reproducción congelada –o sea, foto- no puede determinarse con absoluta seguridad si el surfer completa la maniobra, se cae de espaldas –en caso de floater frontside- , se da un morrazo –en caso de floater backside- o simplemente fue lo suficientemente afortunado para ser captado en un instante en que lo que intentaba de verdad era salir torpemente de la ola, no hacer el floater o off the lip que pueda aparentar la imagen.

Y es que si hay algo que un mediometrista vocacional -por gusto o por necesidad- no está acostumbrado a hacer es gastar mucha energía en la radicalidad de los movimientos. Para qué... Así que lo de completar según qué maniobras, pues tampoco es el pan nuestro de cada día.

Mediterranean floater en Montgat (foto: A. Perdigó)

Les dejo aquí encima otro ejemplo, en este caso protagonizado por un servidor –o sea, yo- para que juzguen y/o adivinen. Se admiten apuestas. Por cierto, esta foto es de un primero de Enero, creo que de 2004, a eso de las 9 de la mañana. Ya dicen que a quien madruga, Neptuno -o Poseidón, para el que le vaya más el rollo griego- le ayuda. El spot es la Rotonda de Montgat, al norte de Barcelona, antiguo feudo shortboardero, temporalmente desaparecido por obra y gracia de la fuga de arena y creo que poco a poco reconstruido de forma natural, aunque hace tiempo que no me paso por allí.

Por cierto, la tabla es una Hobie 9'0 que tuvo el honor de pertenecer al Duque, a.k.a Newman, a.k.a un montón de cosas, también conocido por Pepe Hevia, organizador y hombre fuerte del Festival de Longboard de Salinas. Cuando llevaba unos días con la tabla, ancha, cabezona y plana como ella sola, me comentó (la tabla): "ahora si que estoy disfrutando, con esos rides suaves para los que fuí construida, y no los giros bruscos y esa mala vida que me daba mi anterior dueño". El mediometrismo es lo que tiene, que tus tablas te lo agradecen.

viernes, 18 de julio de 2008

ESTO NO HAY QUIEN LO AGUANTE...

Este blog es gafe. Desde el día que decidí abrirlo, animado por la primera sesión primaveral, no ha vuelto a existir ninguna sesión primaveral (salvo una fantasma de la que no se enteró apenas nadie)... y ya estamos en verano. Hasta ahora tampoco se tienen noticias ni previsiones de ninguna sesión veraniega a la vista.

La idea de Mediometrismo era ir recogiendo testimonios gráficos de las sesiones, de las cosas que pasaban a su alrededor, de la gente... Pero como aquí los surfers, en general, sólo nos vemos cuando hay olas, pues está el blog un poco huérfano de material que llevarse a la boca. Y tampoco es plan de convertir esto en un blog ego-amigo-céntrico, ilustrando únicamente a uno mismo y a sus “coleguitas”. Más que nada, porque alguno de esos coleguitas es tirando a susceptible y según lo que diga, igual deja de serlo, y no es plan...

Así que, como tampoco tengo ganas –hace demasiado calor- de construir sesudas reflexiones sobre el mundo del surf y su entorno, que para eso ya está el amigo Niegà y su blog http://elniega.blogspot.com (¿este hombre hará algo más en su vida que practicar o pensar en el surf?), sacaremos a pasear alguna que otra vieja fotografía mediometrista, a la espera de las sesiones post-estivales, que para esas fechas suele haberlas. Espero que mantengáis la paciencia hasta entonces. El otro día incluso me llevé la cámara a la playa para fotografiar el plato habitual, pero el resultado, pese a un digno nivel artístico y estético, era demasiado deprimente para exponerlo aquí, no hace falta amargarle más el verano a nadie.

Me escribía el otro día una chica de Biarritz un email que decía “es muy duro estar trabajando a 100 m. del mar y con este tiempo”. Joder (con perdón), pero al menos saben que después de trabajar algún baño caerá; porque aquí, lo único que se puede hacer en la playa a día de hoy es:

a) dejarte robar la cartera
b) tomarte una cerveza en un chiringo megacool de las playas de Barcelona
c) tomarte un ron en un chiringo latinoamericano de las playas de Castelldefels
d) tomarte un martini en un chiringo moderniki (que no es lo mismo que megacool) de las playas del Maresme
e) dedicarte a la observación de los rituales de apareamiento de las medusas

"Tijereting" en L'Aiguadolç. (Foto: Joan Funkysurfing)

Así que nada, para pasar el rato y no dejar languidecer el blog os dejo aquí arriba una foto mediometrista de lo que Didac Piquer, el shaper de Montjuich Surfboards, llama “la tijereta” (más que nada porque no quiere reconocer que sé hacer drop-knees...) y que en realidad no es otra cosa que un drop-knee mal hecho aprendido cutremente y sin querer un día que me caía hacia atrás e intenté mantener el equilibrio. Un antiguo surfer local y estudioso del longboard, Jan Latussek, reconvertido voluntariamente a vieja gloria a los 30 – al menos nadie lo ha vuelto a ver en el agua, que se tenga constancia- afirmaba que esta maniobra de giro se llama “three point turn”, por los tres puntos de apoyo necesarios para su ejecución. Pero nunca más he oído ni leído esa denominación. Vaya Vd. a saber... Cierto es que Jan decía varias cosas que tampoco se entendían del todo, así que pongámoslo en cuarentena y dejémoslo en “tijereta”, pfffff... y si alguien me explica cómo se hace para girar desde el otro lado se lo agradeceré, porque no hay manera de solventar ese giro con dignidad desde la dirección contraria.

En momento autobombo, este mismo giro -en la misma dirección backside, por supuesto- me sirvió para convertirme en página completa de despedida del primer número de la revista Glide, en precioso contraluz. Eso sí, en un alarde de amistad, después de levantarme a las seis de la mañana, congelarme y hacerle el mismo giro 15 veces hasta que la toma fue buena, el estimado surf-fotógrafo local Toni Triguero se olvidó de dar el nombre del surfer de la foto... Con lo cual perdí la posibilidad de ser mencionado en el ranking chupacámaras de Niegà, aunque fuera en el último puesto... :0)

El tablón es un Styling 9’4” con forma de torpedo o supositorio –pero muy manejable, igualmente- hoy en manos de un antiguo shortboarder que vió la luz y se pasó al tablón, éste que veís aquí debajo. Por cierto, ahora que lo pienso, muy bien traído lo de la forma de supositorio, porque como ese tablón lo pilla todo, a menudo y aún sin querer, con él das bastante por el culo al resto de habitantes del pico.

Jordi, actual dueño del Styling, en plan Mediterranean floater.

Pues nada, seguiremos haciendo tiempo a la espera del fin del verano, como Chanquete, y/o del advenimiento de tiempos mejores.

viernes, 4 de julio de 2008

EN RUTA CUANDO EL MONO APRIETA

El síndrome del surfviajero nos afecta más en la primavera. Salimos del frío invierno, los días se van alargando en la misma proporción en que se acortan las faldas, sabemos que nuestra área entra en un periodo de olas escasas (es decir, más escasas) y, todo junto, nos coloca en una excelente disposición de ánimo para entretenernos más de lo normal frente a los windgurús, fnmocs, swell-forecasts y magicseaweeds de turno; casi hasta obligamos moralmente a esas páginas a que sus previsiones para los fines de semana que nos interesan sean de un metro glassy y soleado.

Y decidimos irnos. Aquí donde me ven, yo mismo soy culpable, en dos ocasiones -que no pienso repetir- de haber viajado Barcelona-Biarritz-Barcelona en un día, para disfrutar de un par de sesiones. La segunda fue peor, Barcelona-Biarritz-Sopelana-Barcelona, que tenía que recogerle dos tablones a Kike Panera de Styling. En ambos casos había motivos, oigan, para la brevedad, pero les juro por Kahanamoku que no lo repito, qué agotamiento.

Eso, que para el surfer catalán los kilómetros no existen cuando el mono viene duro, así que la semana pasada decidimos irnos unos días. Igual que, como contaba en la entrada sobre el surfer común, el shortboarder local tiene tendencia a enfilar morro directamente hacia Zarautz, existe una serie de “otros surfers” (más mayores, más sabios, más listos, o simplemente con mejor gusto estético y de olas) que prefieren cruzar la frontera por Hondarribia y disfrutar de la zona de Biarritz. Vale, suelen ser tabloneros, pero ya se sabe que los tabloneros son personas (repetir aquí contenido del paréntesis anterior).

Con lo cual no es extraño que cruzada la frontera, te encamines todo ufano y ansioso a la zona de Avalanche / Le Zenith y, aunque lo primero que te encuentres sea ésto:

Lo segundo sea ésto:

Es decir, a Ernest y Borja, dos longboarders habituales de Vilanova i la Geltrú (sí, la del chiste de Eugenio), bajando por la rampa, todos presurosos y prestos a probar la enorme (de grande -creo que es una 9'8"- de glide no lo sé que no la he probado, aunque todas las Montjuich deslizan finas) Montjuich de Borja en una ola digna de ser llamada como tal. Aunque estaba un poco removidilla esa mañana, todo hay que decirlo.

Casualidades de la vida, puede ser, aunque fuera jueves y día presuntamente laborable para gente que ya no está precisamente en edad de estudiar. Pero el sábado, en la Côte des Basques, flotando en medio metrillo escaso muy catalán –salvo por lo a menudo que entra- volvimos a vernos rodeados de tablas y caras familiares, encontrándonos de morros con otros surfers –éstos con tablas cortas pero gruesas y semivintage- también habituales de las playas del sur de Barcelona.

La Côte des Basques, a media marea, el viernes o el sábado pasado.

O sea, que el síndrome viajero del surfer catalán se hizo patente este pasado fin de semana. Viajar para estar como en casa. Qué bonito es viajar para un surfer catalán. ¿Es un placer? No. ¿Una forma de conocer nuevas culturas? No. ¿Una maniobra de escapismo de la rutina? Tampoco. O sí a todo, pero lo que es en realidad es la única manera de hacer surf con cierta regularidad. De ahí que el parque de furgonetas local esté más que bien surtido y Volkswagen y Mercedes ya hayan hablado en sus consejos de administración de sendos modelos “catalan surfer”, en homenaje a las kilometradas que les pegamos por aquí a los modelos varios de VW y algunos a las Vito de Mercedes.

Y lo que nos queda, que cuando miro a mi Multivan Atlantis reposando en el garaje y recuerdo el trote de hace dos veranos con vuelta completa a la península –Barcelona-Ubeda, Ubeda-Algarve, Algarve-Peniche, Peniche-Afife, Afife-Salinas, Salinas-Somo, Somo-Biarritz y Biarritz-back home- en tres semanas, ya no sé si me quiere o me odia. Es como un viejo caballo, el día que deba sacrificarla será de los tristes de mi vida...

(Gracias por las fotos a Josep Casas, compañero en éste y muchos otros surfaris, al que pueden ver surfeando, si es que tienen algún interés, en el primer post de este blog)

martes, 1 de julio de 2008

SURFTECH... NOLOGY

Y ahora viene cuando os creeís que voy a hablar de tablas de epoxy, ¿eh? Pues no, vamos a hablar de surf y tecnología, pero a lo cutre.

Por ejemplo, con una pregunta:

¿Cuantos surfers del área de Barcelona hacen falta para saturar una ola?

...

...

tic tac tic tac tic tac

...

...

¿no? Venga, que es fácil.

...

...

Respuesta: solo uno, siempre que tenga teléfono móvil.

Y es que es así, y que se moleste quién quiera. Antes, cuando un surfer llegaba al spot elegido y veía olas, invariablemente su primer acto reflejo era correr nervioso hacia su vehículo para cambiarse cuanto antes y tirarse al agua.

Ahora ya no. Lo he visto infinidad de veces mientras me cambiaba: gente que llega, vé el mar, e inmediatamente se le va la mano al bolsillo para agarrar el telefonillo y ponerse a llamar y/o eseemeesear con el parte.

Y claro, el desarrollo de esos mensajes y llamadas es exponencial, y al rato está aquello que no se cabe, como siempre.

Ahora mismo (otro día lo haré, pero ahora no) no voy a hacer ningún alegato sobre lo bonita que era la incertidumbre en comparación con el exceso de comodidad actual. Aunque entonces no me lo pareciera -hay que ser justos-, ahora recuerdo con tanto cariño aquellas frías mañanas de domingo invernal, antes del boom tecnológico, perdidas buscando olas y encontrando platazos como los madrugones que acababan en sesión. Era divertido. Curtía. Y fomentaba la amistad con los que te encontrabas por aquí y por allá buscando como tú y con los que acababas desayunando y poniendo a parir al **** Mediterráneo. Pero creo que aún así fortalecía el amor y el deseo por el surf. Y, por supuesto, incrementaba el disfrute de las sesiones, cuando las había.

Ahora casi nadie sale de la cama si no ve en la webcam que al menos está entrando medio metro o le llama un amigo madrugador. Eso sí, en ése momento la cosa se convierte en la marabunta, cientos de surfers corriendo a la vez..

Pero vamos, que como no quiero parecer un vejestorio quejándome de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y dando por sentado que las tecnologías de la comunicación tienen alguna que otra ventaja para el surf, dejo aquí la reflexión general y bajo al detalle ejemplificador, limitándome a contar un hecho de que fuí testigo este otoño pasado. No sé si es muy habitual o no, pero yo ni lo había visto antes ni –por suerte- lo he vuelto a ver después. Y, como digo, es bastante ejemplificador. Para mal, pero ejemplificador.

Estaba yo saliendo de mi sesión, soltando el leash de la pierna y empezando a liarlo a la tabla cuando veo que a un surfer que estaba por las orilleras parece como si le hubiera dado un yuyu. Me refiero a que hizo como un gesto brusco mientras estaba sentado en la tabla. Inmediatamente, coge una espuma lamentable que le venía en ese instante, sale tumbado con ella y se va esprintando hacia la arena. Yo, claro, me lo quedé mirando, porque no dejaba de ser una reacción curiosa.

Pues bien, al llegar a la arena va el hombre, se estira del cuello el traje y extrae algo que llevaba colgando dentro, como una funda impermeable de pequeño tamaño. La abre... y saca un móvil y contesta la llamada.

A mi, más que sorprenderme, me deprimió un poco, qué quieren que les diga.

Puede que fuera alguien que por su trabajo necesite estar en contacto permanente con la oficina y ni así quisiera renunciar al baño. O incluso alguien con un problema familiar serio de cuya resolución quisiera tener información al momento. En ese caso hasta sería disculpable. Pero aún así me parece ya una pérdida absoluta de la esencia. ¿Qué se ha hecho del derecho a estar incomunicado? ¿Qué de la privacidad y la soledad? ¿Dónde quedó aquella afirmación de “lo bonito del surf es que alejas las cuestiones del día a día y estás sólo con el mar”?

En fín, surferín, que espero que no se popularice lo de llevar el móvil al surf, porque lo que nos faltaría aquí, con estos spots tan vacíos que tenemos, es ir a coger una ola y tener que pegarle un grito a uno que está en la trayectoria flotando despistado en su tabla diciéndole a su novia por el móvil que sí, cariño, que yo también te quiero, tonta, aunque esté aquí un sábado por la mañana haciendo surf en lugar de ir de compras contigo... espera, te dejo, que viene un longboarder con cara de mala folla...

Por cierto, que como cuando se contesta al móvil siempre te preguntan “¿dónde estás?” (nota del autor: y a tí que **** te importa... ¿Quieres hablar conmigo o saber qué hago con mi vida?), me hubiera gustado saber lo que dijo el surfer del móvil. Ná, aquí, en el pico, pillando un rato.

En fín -otra vez-, suspiro...

(Nota: aunque no tenga fines lucrativos, me temo que es posible que este post vulnere algún que otro derecho de autor. Si un día se encuentran el blog cerrado, ya saben, hablen con el de la última foto, que es el inventor del Iphone)