MEDIOMETRISMO: SURF EN LA COSTA CENTRAL CATALANA

Un relato gráfico y comentado sobre olas pequeñas, swells escasos y gente que hace del medio metro una forma de vida. Algunos, hasta lo convierten en una forma de expresión personal.

Y es que en realidad, si de lo que se trata es de disfrutar de la vida y el mar... ¿para qué necesitamos más tamaño?

sábado, 31 de enero de 2009

EL SURFERO - TORERO



Mientras esperamos a mañana, que parece que tendremos alguna cosilla que llevarnos a la tabla (entre cortinas de lluvia, dicen) y a la semana que viene, que parece también que tendremos algo curioso e interesante que comentar por aquí, me he encontrado trasteando por el pc con esta reciente foto de un servidor (nota del autor: "un servidor" es una expresión rancia para referirse a uno mismo, no me refiero a un servidor informático. No, si es que, desde que me encontré con una chica de 18 años presunta amante de la música que no sabía lo que era un disco de vinilo, hay cosas que más vvale aclarar.... :0) )

Por favor... ¿alguien me puede avisar la próxima vez de que el traje de neopreno marca de esa manera? Si parece un traje de luces... Para mí que eso es culpa de seguir la moda Hermanos Ceruti y ponerse una braga náutica debajo; lo cual, por otro lado, va bien para cuando te quitas el traje. No, oigan, es que ahora uno entiende mejor algunas miradas en la playa de Cala Balmins (a.k.a El Cementerio), en Sitges (ojo, que no es un comentario homófobo; se refiere, para los que no lo sepáis, a que esa playa, además de tener una de las mejores olas para long de la zona, es un conocido y público espacio de encuentro y disfrute instantáneo homosexual... para desesperación de algunos vecinos, por otra parte.)

jueves, 22 de enero de 2009

Algo se muere en el alma, cuando una ola se va

(Y me perdonen parafrasear la horterada de "Verano azul"...)



Bueno, esto se nos va acabando...


Imagino que los primeros síntomas del envejecimiento previo a la decadencia y muerte de un blog es cuando su autor, después de varios ratos libres, se da cuenta de que no ha utilizado ninguno para actualizarlo.

Y es que al final el surf, como las bicicletas, será para el verano.


Cada año me pasa igual: En verano surfeo mucho y a gusto, y después de las vacaciones me queda un ingenuo poso dentro que hace que en los primeros meses postveraniegos me sienta “más surfer”. Hay ganas de hablar, de leer cosas, te crees que todo el año va a ser igual y que vives en un sitio en el que durante todo el año podràs considerarte a tí mismo surfer...


Pero luego va llegando el trabajo, la oscuridad temprana sumada al horario laboral, las obligaciones, el frío, las semanas enteras sin una sola ola rotas sólo por días esporádicos de tan poca calidad que si nos metemos es sólo acuciados por el síndrome de abstinencia... Y claro, te vas poniendo a hacer otras cosas, refuerzas tus otras aficiones, poco a poco empiezas a descuidar las previsiones y llega algún día, sorprendentemente, en que casi has perdido la fe y parece –sólo parece- que te da igual si hay olas o no.



Hasta que llega la primavera, vuelven a alargarse los días, apetecen las escapadas de fin de semana, suben las temperaturas y, poco a poco, volvemos a sentirnos surfers. Aunque para entonces yo ya no estaré aquí. Bueno, yo sí, espero, me refiero a un yo entendido como autor de este blog, que no estuvo mal mientras duró. Prometo haberme esforzado en seguir con él, pero en realidad, como muchos amigos míos saben, nunca me gustó mucho hablar de surf. Aunque gente como Niegà y otros blogueros del sector a veces me hacen pensar lo contrario, lo considero un tema que se agota fácilmente y que da demasiadas vueltas sobre sí mismo. Es una opinión, puedo estar equivocado. Excepto en su vertiente paralela cultural. Pero ya se sabe, en cuanto hablas de cultura surf por aquí, siempre viene después aquello lo de “flipado” y lo de que si hablamos de eso es porque no tenemos olas. Con lo cual, en fin, como decía mi padre, vale más quedar callado.



Por otro lado, no iba a ser diferente con esto, y siendo yo una persona que habitualmente me acabo cansando de los proyectos que empiezo, era obvio que este tenía fecha de caducidad. Sin ese rasgo de mi personalidad, probablemente habría llegado más lejos en la vida. Pero cada uno es como nace, aunque algunas cosas logremos mejorarlas.


Así que vamos a ir preparando la senda de la despedida, esperando que haya servido para que la escena surf local se conozca un poco más. O al menos un poco mejor.


No cierro aún el chiringuito, sólo entorno la persiana, no se me vayan todavía. Es que estoy esperando la publicación de algo que me gustaría comentar aquí, que ya va con retraso y que preveo para este mes de enero.


(Fotos de Norman Perdigó, Josep Casas y Joan Funkysurfing, por orden descendente)

viernes, 9 de enero de 2009

Los hay con ganas...



Complementando el post anterior, y en la más rigurosa actualidad a día de hoy, sólo se me ocurre decir una cosa... ¡los hay que tienen vocación!

Esto es en la Zurriola, Donosti, hoy mismo, (de la web del diario El Mundo). Y tampoco es que se vea un swell mítico.

¿Acabará el hombre resfriado? No sabemos...

miércoles, 7 de enero de 2009

DR. SUMMER & MR. WINTER

Pues jamás pensé que me pasaría. Pero me está pasando. Yo, que me reía de los que decían que el frío les quitaba las ganas de hacer surf. Yo, que había entrado con la playa nevada. Yo, que una vez casi salgo físicamente congelado de Hendaya pero con la sonrisa –con estalactitas de hielo colgando- en la cara. Yo, que nunca tenía en cuenta la temperatura para decidir si valía la pena o no meterse, yo... ya me he descubierto a mí mismo más de un día de estos últimos glaciales deseando que no hubiera olas e ignorándolas si las había. Y los que he entrado han significado una dura lucha contra una vocecilla insistente que, desde algún lugar interior de mi bóveda craneal, me preguntaba una y otra vez... “¿¿pero que haces tú aquí??”.



De este famoso temporal que ha arrasado las costas catalanas esta navidades (al norte de Barcelona, porque más abajo apenas nos hemos enterado), sólo salió un día más o menos aceptable para surfear. El mar estaba marrón, el cielo gris y bajo, el frío era intenso y las olas, aunque estéticamente aparentes, no valían gran cosa. Cuando llevaba hora y cuarto dentro, me dejé vencer por el pensamiento entrecomillado al final del párrafo anterior y me largué para casa, que se estaba mejor.

En cambio, cuando no hace falta traje de invierno, uno entra hasta para 20 minutos y con olas de cuarto y mitad de palmo. Ah, el veranito...



Hace unos días, recibí un mensaje de un conocido longboarder local, que venía a decir algo así como “Premià. 1.5 m. Glassy y tubero”. Premià, dice... mmmmmmm.... 50 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, atravesando la ronda de Barcelona y con limitación a 80 km./ hora en todo el trayecto. Premià, dice... mmmmmm.... Este hombre es un poco exagerado en sus apreciaciones, es sabido... Y quedan dos horas y poco de luz... Premià... Vale.... Voy a hacerme un café...


David Kahuna, que para algo es el surfer más veterano de estas costas, opina que es la edad, que nos va atrapando a todos poco a poco. Yo prefiero pensar que es la experiencia –que es otra forma de llamar a la edad-, entendido como experiencia el hecho de que después de haber visto tantas olas y días de olas, pues difícilmente vas a encontrar, como al principio, algo en una sesión así que compense el frío que se pasa. Cuando llevas menos muescas surferas, casi cualquier ola es una recompensa. Cuando vas viendo muchas, hace falta un poco más para que merezca la pena.


Claro que también puede que vaya siendo hora de que decida comprame un traje de invierno de gama alta en vez de aprovechar las ofertas que encuentro por ahí para comprar trajes de invierno de medio pelo.